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El proceso de escribir una novela


¿Escribir una novela?, ¿por dónde empiezo?, ¿qué estructura sigo?, ¿cuál es la trama?, ¿y los conflictos?, ¿cómo desarrollo los personajes?... Pero, ¿se puede escribir sin saber todo esto?


A la hora de escribir una novela hay que tener en cuenta múltiples elementos, planearlos con antelación y posteriormente desarrollarlos. Y esto que aparentemente es sencillo, en realidad no lo es. Cualquier profesional de la literatura os contará que, previamente a la escritura debes preparar un argumento, la historia, crear y desarrollar los personajes, planear las dificultades con las que se van a encontrar, los conflictos que tendrán que superar, y sobre todo, saber darle un final adecuado. Hay muchas páginas web y canales de YouTube donde poder encontrar toda esta información.

 ¿Es necesario? Esa es la gran pregunta. Si os digo la verdad, yo empecé a escribir por impulso y sin seguir ninguna de esas pautas. Aunque, reflexionándolo fríamente, por mero instinto fui siguiéndolas. Por ejemplo, tenía muy claro el principio y algunos capítulos antes de escribir, pero conforme fui avanzando, la trama se escribía sin demasiada programación. Cuando sentía que me bloqueaba, pronto mi imaginación volaba y volaba, y salían los párrafos y los capítulos, uno tras otro, sin parar.


Como veis, empezar de nuevas sin conocer absolutamente nada es abrumador.

Escribir una novela

Para empezar tuve que investigar por la red cómo escribir un diálogo; en mi vida lo había hecho y ni siquiera sabía cómo teclear la raya (me refiero al guion ligeramente alargado que se utiliza al comienzo de todo diálogo). Al mismo tiempo, conocer su puntuación fue toda una odisea: ¿cuándo se incluye un espacio, al abrir la raya de diálogo, al cerrarla? Como veis, empezar de nuevas sin conocer absolutamente nada es abrumador.

Lo que más me costó fue escribir los dos primeros capítulos, cómo enmarcar la historia que bullía en mi cabeza, cómo empezar a desarrollar las escenas iniciales, y cómo construir los personajes. Cuando por fin los tenía perfilados, ¡zas! Tuve que interrumpir por completo la escritura para hacer un master relacionado con mi vida profesional, ¡durante sólo diez meses! Prácticamente abandoné el libro y me dediqué a trabajar, al master y a atender a mi familia. Las clases de violonchelo se suspendieron, el estudio de las obras para la orquesta, también.​

Muchos os preguntaréis de dónde he sacado tiempo… Si os digo la verdad, trabajar por proyectos me ha enseñado a optimizar mis ratos libres para aprovechar cualquier momento propicio para escribir. Por ejemplo; todos los fines de semana visito a mi madre. El trayecto dura 45 minutos de ida y otros tantos de vuelta. Durante este preciado tiempo mi marido conduce y yo escribo. Otro ejemplo; los fines de semana, en lugar de ver la película que viene después de las noticias de medio día, me dedico a escribir. Pero sin duda, durante el verano, con las vacaciones, es el mejor momento para darle un buen empujón al libro. Este sistema me obliga a leer y releer lo escrito porque al no hacer un trabajo de manera continuada, no tengo la certeza de si lo que tengo en mente lo he escrito o lo he dejado para más adelante.


Al cabo de los tres días se sentó a mi lado y me dijo: es bueno, muy bueno, tienes que publicarlo.

Como podéis ver, esta forma de organizarme es muy caótica y quizás muy poco recomendable, pero lo cierto es que así ha salido el libro. De hecho, una vez “finalizado” seguí escribiendo hasta que sentí que ya estaba todo dicho ¡tras 530 páginas! En ese momento dejé el ordenador y le dije a mi marido que había escrito un libro. No le había contado qué hacía durante tanto tiempo sentada con el portátil y él tampoco había preguntado. El porqué… quizás habría que preguntárselo a él… lo único que he podido sonsacar es que pensaba que estaba escribiendo mis memorias o algo así. Sencillamente, cuando se lo dije se quedó sin palabras y se lo leyó en apenas tres días. De vez en cuando me acercaba y le observaba, y a pesar de preguntarle, poco decía: estaba concentrado en la lectura. Hasta que, en un determinado momento, observé unas incipientes lagrimillas luchando por salir de sus humedecidos ojos. Ahí es cuando pensé: ¡ostras!, ¡se ha emocionado! Creo que ese momento fue tan especial que ha quedado grabado en mi subconsciente. Que haya sido capaz de escribir algo que emocione me puso la piel de gallina.

Al cabo de los tres días se sentó a mi lado y me dijo: es bueno, muy bueno, tienes que publicarlo. Como os podréis imaginar, la carcajada que salió de mí fue abrumadora; ¿yo?, ¿enviar un libro a una editorial?, ¡si nunca he escrito nada!, ¿estás loco? Pero su incondicional apoyo, su fe en la novela, en mí, su insistencia y empuje, y su cariño han hecho que hoy esté aquí, con mi primera novela publicada nada más y nada menos que por Click Ediciones, del Grupo Planeta.

Como conclusión, y ahora que estoy escribiendo mi segundo libro, confieso que estoy invirtiendo en formación en cuanto al proceso de escritura se refiere, con el único fin de poder organizarme mejor. Pero también estoy cuidando mi innata espontaneidad. En resumidas cuentas se trata de conseguir ese tan deseado equilibrio entre lo reglado y lo intuitivo. Intento conocer todo este mundillo sin perder mi originalidad. ¿Lo conseguiré? Solo el tiempo podrá dar esta respuesta.





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