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Feliz cumpleaños, Mecida por el viento

Actualizado: 14 jun

Mecida por el viento cumple ya un año desde su publicación, aunque su historia comenzó a gestarse mucho antes, en silencio, como un impulso personal que poco a poco fue tomando forma desde el corazón. Nunca imaginé que una historia escrita casi por intuición me daría tantas alegrías. Pero así ha sido: todo lo vivido desde entonces ha superado con creces cualquier expectativa.


Una celebración inolvidable


Poco después de su publicación, celebré una presentación muy especial, rodeada de personas que han formado parte de mi vida: amigos de la infancia, del trabajo, de la orquesta en la que toco el violonchelo, vecinos, familiares… y, por supuesto, mi madre, a la que quiero con locura. Verla allí, emocionada y orgullosa, fue profundamente significativo para mí. Ella también escribió en su momento, aunque con menos oportunidades. Gracias a mi hermana, que hizo posible su presencia, aquel día se convirtió en un recuerdo íntimo y entrañable. También fue, sin embargo, un día agridulce por la ausencia de mi hermano, que no pudo asistir por motivos de salud. ¡Os quiero!


Cimentar unas bases fundamentadas en valores que la hagan perdurar: el amor por la familia, la generosidad y el cariño por los amigos serán los principales valores.

Una historia con alma


A medida que los lectores cercanos fueron leyendo la novela, sus comentarios me conmovieron. Mecida por el viento no es una novela romántica superficial ni edulcorada. Es una historia sensible, profunda y elegante, donde los protagonistas se dejan guiar por lo que sienten, bajo la premisa de que, si nace del corazón, es que es verdadero. Sus páginas exploran los anhelos de dos personas y la transformación necesaria para construir una relación duradera, basada en pilares sólidos.


Valores que permanecen


Más allá del amor, la novela pone en valor la familia, la generosidad y la amistad como elementos esenciales para una vida con sentido. Son esos vínculos los que permiten que, incluso en medio de la fragilidad, florezca algo duradero. Porque Mecida por el viento es, ante todo, una historia sobre lo que realmente importa.





Mecida por el viento: una historia que emociona y deja huella


Mecida por el viento es una novela que respira valores y emociones desde la primera hasta la última página. La música —gran pasión de ambos protagonistas— recorre toda la obra como una banda sonora vital. Y junto a ella, la espiritualidad de Olivia, que vive con intensidad cada anhelo, intuición y acontecimiento, guiada por una fe que le da sentido a todo cuanto le ocurre.


Ahora que la historia ya forma parte de mí, a veces releo fragmentos y aún me cuesta creer que haya sido capaz de crear algo así. Una novela dinámica, llena de sentimientos, con giros inesperados que atrapan desde el primer capítulo. Una historia que nació como impulso y que se convirtió, casi sin darme cuenta, en algo mucho más profundo.


Lo que de verdad importa


Con el paso del tiempo, muchas personas me han preguntado cómo van las ventas. Pero para mí, eso no es lo esencial. Estoy profundamente agradecida por la acogida que ha tenido, pero lo que más me conmueve son los comentarios de quienes la han leído y se han sentido tocados por ella. Colegas que jamás imaginaría leyendo una novela romántica —ingenieros metódicos, racionales— me han confesado que se han emocionado. Que han llorado, que han sonreído, que han vibrado.


Una compañera de trabajo me preguntó muy seria: “¿Quién es ese Marcos?”, con un enfado tan auténtico que me hizo reír de emoción. El marido de otra compañera, que convive con una enfermedad crónica grave, me dijo que la novela le había acompañado profundamente. Y así, poco a poco, voy descubriendo que la historia ha llegado donde yo nunca habría esperado. Ese es el mayor regalo: ver cómo Mecida por el viento toca corazones.


La escena que todos recuerdan


Hay una escena en particular que mi marido y mi hermana siempre mencionan. Transcurre en una iglesia de Toronto. Olivia, con una generosidad conmovedora, ayuda a un grupo de jóvenes a seguir su camino en la música. Sin esperar nada a cambio. Sean, contagiado por esa entrega, se suma al gesto. Es una escena sencilla, pero habla de algo muy profundo: cómo el amor desinteresado puede transformar vidas. Cómo, al entregarnos a los demás, nos elevamos también nosotros.


Una despedida difícil


Al escribir la novela, vibré con cada escena. Me emocioné, me indigné, me dejé llevar. Sean y Olivia se hicieron tan reales, tan míos, que cuando comencé a escribir mi segunda novela, me costó separarme de ellos. Aún viven en mí, brillando en cada poro. Cerré su historia con gratitud, sabiendo que Mecida por el viento ha sido, y será, mucho más que una primera novela: es una obra que transmite valores, sensibilidad y belleza. Y ojalá lo siga haciendo durante mucho tiempo más.






 
 
 

1 Comment


Cuñao
Jun 14

Cuñá!!!! Enhorabuena. Ánimo. Tiene buena pinta.

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