Sí, Mecida por el viento cumple un año desde que se publicó. Si bien es cierto, tiene algún añito más desde que se fraguó y se le dio vida con la escritura. Desde entonces, las alegrías han superado con creces todo lo que podría haber imaginado; se concibió, sencillamente, como un impulso personal al que fui dándole forma desde el corazón.
La gran fiesta para los que más quieres
Al poco de publicar, hice la presentación a la que acudieron amigos de la infancia, del trabajo, de la orquesta en la que toco el violonchelo, de vecinos, familiares y amigos actuales… Y mi madre, a la que quiero con locura, orgullosa por ver a su hija haciendo lo que una vez hizo ella, quizás con menos suerte. Gracias a mi hermana, que hizo posible que ella estuviese allí, ese día fue muy íntimo y especial para mí. Pero también fue “triste” por la ausencia de mi hermano, que no pudo asistir, aquejado de una enfermedad. ¡Os quiero!
Cimentar unas bases fundamentadas en valores que la hagan perdurar: el amor por la familia, la generosidad y el cariño por los amigos serán los principales valores.
Con el tiempo, a medida que la gente de mi entorno se lo iba leyendo, sus comentarios me conmovían.Mecida por el viento no es una novela romántica “ñoña” y sin un trasfondo. Todo lo contrario, es una novela elegante, de gran sensibilidad en la que sus protagonistas se dejan arrastrar por sus sentimientos con la máxima “si lo que sienten es de corazón, es que es correcto”. Mecida por el viento relata sus anhelos y la transformación que deben llevar a cabo para cimentar unas bases fundamentadas en valores que la hagan perdurar. El amor por la familia, la generosidad y el cariño por los amigos serán los principales valores.
Mecida por el viento emana valores y sentimientos que te capturan de principio a fin
La obra está impregnada de principio a fin por la música, que compone la gran pasión de ambos protagonistas, y en especial por la espiritualidad de Olivia, que pone de manifiesto lo importante que para ella supone estar atenta a los anhelos, intuiciones e impulsos, a los acontecimientos de la vida y a su fe.
Ahora que la novela reposa en mi interior, de vez en cuando releo algunas de sus páginas y, siempre, siempre, me parece increíble que haya podido crear una historia semejante, impregnada de tantos valores y sentimientos, tan trepidante y con giros tan inesperados que cautiva desde el capítulo 1.
Hoy en día, la gente a la que conozco me pregunta por las ventas, por cómo está respondiendo la novela. Para mí esto no es importante; la acogida que ha tenido es la que es, de la cual estoy profundamente agradecida. Lo que más me conmueve son los comentarios tan positivos de gente que nunca esperaría que la leyese, y con esto me refiero a colegas que son ingenieros racionales y metódicos, a los que las sensaciones que les han producido una novela de género romántico les ha hecho emocionarse. Me llena de ilusión que sonrían emocionados cuando hablan de ella. Me conmueve que el marido de una compañera de trabajo, que tiene una enfermedad crónica grave, haya vibrado con su lectura. O que otra compañera de trabajo me preguntase: ¿Quién es “ese” Marcos?, totalmente enfurruñada. Eso es para mí lo importante; el mensaje que transmite Mecida por el viento a través de sus protagonistas y todo lo que les acontece.
La entrega a los demás
Mi hermana y mi marido coinciden en una escena especialmente sobrecogedora que tiene lugar en una iglesia de Toronto. En ella, Olivia, con gran generosidad, ayuda a unos chavales a cumplir sus sueños con la música. ¡Qué importante cuando un desconocido se acerca y te brinda su ayuda incondicional, sin esperar nada a cambio! Sean, contagiado por los acontecimientos, será partícipe y protagonista de esa entrega. Y es que la vida da muchas vueltas, quizás demasiadas, pero siempre tienes que encontrar en ella el modo de abandonarse a los demás, porque haciéndolo, te enalteces.
¿Qué deciros? Vibré al escribirla, lloré de emoción, me indigné y sentí a sus personajes muy dentro de mí. De hecho, Sean y Olivia han seguido estando presentes cuando hace un año empecé a escribir mi segunda novela. Me han calado tan a fondo que resplandecen entre los poros de mi piel. De hecho, me ha costado demasiado dejarles dentro de su historia para poder comenzar otra. Una nueva historia que espero transmita tantos valores como lo ha hecho Mecida por el viento.
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