Cómo los personajes te impregnan
- Laura Toves
- 21 jul
- 2 Min. de lectura
El mismo año que publiqué Mecida por el viento —ese año que tantas alegrías inesperadas me dio— surgió la idea de crear mi segunda novela. Recuerdo que estaba de vacaciones en una preciosa casa rural, sentada en un porche de madera idílico junto a mi marido e hijos. Pocos días antes, un artículo en National Geographic sobre Skara Brae, un asentamiento neolítico increíblemente bien conservado en las islas Orcadas de Escocia, despertó mi curiosidad. Fue ahí donde germinó la idea. Mentalmente empecé a dibujar la historia y a dar forma a sus personajes principales.
Pero al ponerme a escribir, algo inesperado ocurrió: los personajes de Mecida por el viento —Sean y Olivia— brotaban en cada frase, se colaban en cada diálogo. Era como si no quisieran soltarme. Me di cuenta entonces de que aún no me había despedido de ellos. No era su historia… y sin embargo, seguían dentro de mí.
Para un autor, los personajes no son simples invenciones: son acompañantes, espejos emocionales, y a veces hasta refugios. Decirles adiós puede sentirse como cerrar una etapa vital. Y para hacerlo, solo hay un camino: el tiempo. Tiempo para aceptar que la historia ha llegado a su fin. Tiempo para permitirse seguir su camino, no entre las páginas, sino en los corazones de quienes los leyeron.
Tuvo que pasar todo ese verano, unos meses más, e incluso un curso de novela para poder tomar suficiente distancia. Solo entonces pude empezar a construir una nueva historia con personajes radicalmente distintos. Me entregué a una trama más dramática, busqué voces que no replicaran las anteriores y encontré inspiración en un enfoque narrativo completamente diferente.
Así nació Bajo la misma arena, con personajes más complejos y desarrollados con mimo: Adriana y Eira. Dos mujeres separadas por 3.000 años que caminan sobre la misma arena.
Adriana, arqueóloga eficiente y profesional, deberá integrar su mundo emocional en su trabajo.
Eira, mujer de la Edad del Bronce, tendrá que transformarse para sobrevivir, eligiendo vivir sin miedo.
Porque decir adiós es también abrir la puerta
Despedirse no significa olvidar. Significa dar espacio a lo nuevo, dejar que otras voces emerjan y cuenten su verdad. Olivia y Sean siempre vivirán en mí, pero ahora caminan al margen, dejando sitio a quienes vienen con otras historias que merecen ser contadas.
A veces, los personajes nos impregnan… para enseñarnos quiénes somos como escritores.
Y lo que sigue —siempre— es volver a empezar.

Me parece muy difícil meterse en la piel de Eyra, ese personaje de la edad del bronce....puede ser interesante
Entiendo que los escritores nunca os termináis de separar del todo de los personajes, supongo que volcáis parte de vuestra persona en los mismos.
Además, entiendo hay personajes que por su carácter, o lo que hacen y dicen, pueden llegar a parecer difíciles de “despedir”…pues realmente son queridos y admirados.
Mi enhorabuena por esa nueva novela.
Estoy deseando leerla.
Seguro es FANTÁSTICA!!